Y cuando no sanas tus heridas de infancia, la niña interna se apodera de ti. No te deja madurar, no te permite crecer y evolucionar.
Te quedas estancada, muchas veces en la víctima de aquello que ocurrió, aquello que no pudiste expresar, decir, soltar.
Cuando esto ocurre la vivencia queda encapsulada en el cuerpo, desterramos el dolor que nos produjo y su memoria hace que reaccionemos de forma automática ante sucesos del presente que nos evocan el pasado.
Para sanar las heridas del abandono, de la humillación, de la traicion y del rechazo… Hemos de regresar ahi donde se gestó y liberar la emoción y abrirnos a recibir la información intriseca, las creencias que estan ocultas en el inconsciente.
Al hacerlo, al respirarlo, al corporizarlo llega la liberación de esa niña que a gritos, o en un silencio apagado esta una y otra vez cogiendo las riendas. Impidiendo a la mujer adulta que gobierne y decida.
Para emprender un nuevo camino, necesitas la fuerza y sabiduría de la adulta. Y la alegría y el entusiasmo de la niña.
Ambas de la mano, pueden obrar milagros.
Enfrentadas o cada una por un lado no.
Recuerda que la integración de todas tus partes te lleva a la unidad. Y la niña interna forma parte de ti.
Si no atiendes sus heridas, estas se cangrenan en tu alma e impiden que te des luz a ti misma.
Libera a la niña que te habita y recupera la creatividad, la espontaneidad y la genuina alegría.
En la Asesoría Femenina te acompaño a rescatarla.
Maria